La brisa agita las hojas en las ramas, y la lluvia y el viento son testigos, del suave titilar de las estrellas, del canto de alabanza en cada trino.
Las aguas huelen a rosas y a lavandas, cómo ecos de estelas y suspiros, suenan los latidos, aflora el silencio, a orilla de este oleaje por este Amor furtivo.
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